Sevilla, tarde del sábado 21 de julio de 2007. En la puerta de acceso al Patio de Banderas del Real Alcázar recibe a los numerosos visitantes un retablo barroco presidido por una imagen de la Inmaculada Concepción, el gran Dogma de Andalucía, aquel por el que tanto batallaron las hermandades y cofradías durante siglos. Después de rodear la Catedral -la "magna hispalensis"- y pasear por el casco histórico ya casi no sorprende a nadie encontrar arte y más arte por cualquier rincón, belleza y más belleza que hacen de Sevilla una ciudad eterna.
A la vuelta de un paseo por la Judería, a los pies del retablo, una anciana pide limosna. En el ir y venir de gente, pocos reparan en su presencia. Su pobreza no invita a la contemplación. Hay demasiadas cosas bonitas alrededor como para volver a la realidad por un instante. La mujer tiene en sus manos una bolsita de plástico que un día fue blanco. Hasta ese detalle delata su carencia de todo. Agacha la cabeza para no ver. Acaso queriendo no ser vista o reconocida.
El único objetivo de esta entrada es llamar la atención sobre la marginación de tantas personas en nuestra sociedad, ese "cuarto mundo" que convive con nosotros. Lo tenemos en Almería, no es necesario viajar a otra ciudad para encontralo a diario. En el caso de esta mujer, triple marginación: por ser mujer, por ser anciana y por ser pobre. Eternas injusticias que se van perpetuando, también en la Sevilla eterna.
No nos crucemos de brazos. Cristo nos habla desde el Evangelio:
Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis." (Mt 25, 34-40)
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