martes, 3 de abril de 2007

LA GRANDEZA DE SER HERMANO DEL SILENCIO


La penitencia, acto a realizar por todo cristiano no sólo en Semana Santa, pues la llevamos a cabo cada día de nuestra vida, en los diferentes ámbitos sociales de los que formamos parte, la cumplimos de manera íntima cada uno de nosotros. Todos portamos una cruz, situaciones que no nos agradan, pero, aún así, cargamos con ellas de la mejor manera posible, eso también es hacer penitencia. Momentos difíciles en el trabajo, en los estudios, tener enfermos a los que cuidar, situaciones económicas, sentimentales... son tantas las causas que seguro que cada uno de nosotros podría aportar alguna, pues, con plena seguridad, todos tenemos algún ejemplo que exponer.
La penitencia, ejercicio esencial en cualquier hermandad, acto que realizamos, de manera externa, el Jueves Santo con gran devoción a nuestros titulares, el Señor en su Sagrado Descendimiento y nuestra madre, la Virgen del Consuelo. Estación que realizamos de una manera recogida, de manera anónima, de manera humilde. Es un momento en el que todo tipo de conflictos entre hermanos se olvida, bien es cierto que así debería ser todo el año, en el que todos nos respetamos, desde el hermano más antiguo al más reciente, además de recoger y ayudar al que no lo es, al que quiere descubrir nuestro mundo cofrade, al que cree, acertadamente, que es un mundo de respeto, mundo cristiano. Se respira un ambiente de tal concordia que cuando salimos a la calle tras el juramento de silencio, todos estamos tan relajados y meditabundos que nada nos molesta, sólo estamos en compañía del Señor y de nuestra Madre. Con toda seguridad este Jueves Santo que ya vemos tan cerca no será diferente. Cuando cada uno de nosotros salga de su casa en dirección a esta Parroquia, ya no será persona pública sino penitente anónimo de nuestra cofradía, a la que llevamos en el corazón, a la que demostramos nuestro cariño con nuestro comportamiento cristiano. No somos ni mejores ni peores cristianos que cualquier otro, pero tenemos nuestra idiosincrasia, teniendo sumamente claro que nuestro modelo es distinto en forma, pero no en fondo, del de otros cristianos y el de otras cofradías, pues todos tenemos el mismo objetivo, dar culto a Dios.
Hagamos de nuevo del Jueves Santo nuestro gran día acompañando a nuestros titulares por las calles de nuestra ciudad, demostrando lo anteriormente expresado, la grandeza del ser cristiano, la grandeza del ser hermano de esta hermandad, la grandeza de ser hermano del Silencio.
José Luis García Herrero
Reflexión en el día quinto del Quinario

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